Un fotógrafo de nacionalidad costarricense estaba obsesionado por obtener el mejor plano en su fotografía, pero casi es devorado por un cocodrilo.
El hecho ocurrió en el río Grande de Tárcoles infestado de dichas criaturas. El joven fotógrafo en su afán de obtener la mejor fotografía se ubicó muy cerca de la orilla.
Los acompañantes del fotógrafo le gritaban desesperados “¡Antonio, vámonos! ¡Antonio, vámonos!”, pidiendo al fotógrafo que saliera de allí.
Antonio hizo caso omiso a los gritos y continuo en el lugar hasta que uno de los cocodrilos que estaba en la orilla del rio se lanzó imprevistamente sobre él. Por fortuna resultó ileso.
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